Brasil debería adoptar estrategia de metas para la mejora de indicadores económicos y sociales.
Hace 10 años, cómo podríamos imaginar que un gran grupo de brasileños se desplazaría a Nueva York, considerada una de las ciudades más caras del mundo, para hacer compras. O cómo podríamos imaginar que los brasileños fuesen la gran esperanza de los corredores inmobiliarios de Florida o de Nueva York, en el sentido de reducir los stocks de inmuebles sin vender por la crisis del 2008.
Los brasileños se desplazan a los Estados Unidos o a Europa no sólo en función de los precios reducidos de los productos disponibles, cerca de un tercio a la mitad de los practicados en tierras brasileñas. Sino también en función de la innovación y calidad de los productos. En estos locales son encontrados lanzamientos de última generación y marcas no necesariamente presentes en el país. Esos productos llegan por aquí con precios exorbitantes. Eso cuando llegan.
Mientras los países de primer mundo invierten pesado en estudio y desarrollo, Brasil hace inversiones tímidas en el área, lo cual nos deja cada vez más dependientes de la tecnología de los países desarrollados. Y el estímulo a la actividad industrial en el país nunca estuvo tan baja.
Los productos manufacturados brasileños vienen perdiendo participación en las exportaciones por país en los últimos 20 años. Con base en la tabla abajo, se observa que esa pérdida es significativamente mayor en mercados más desarrollados, donde circulan productos de mayor valor agregado. Un ejemplo de eso es que, tomando por base el año 1990 con relación al 2011, de los 27 países para los cuales Brasil exportaba manufacturados, hubo aumento porcentual de las exportaciones brasileñas de manufacturados con relación al total de exportaciones para cada país, en apenas 4 países, con reducción en 23 países. La participación promedio de los manufacturados brasileños en las exportaciones por país, que era de 62,3% en 1990, cayó a 46,4% en el 2011, entre la muestra de 27 países considerados.
Si es analiza por el aspecto del PIB, los manufacturados disminuyeron su participación en el PIB de 30% a mediados de los años 1980 para 14,6% en el 2011, el menor nivel desde 1956.
En parte, eso ocurrió debido a la crisis internacional del 2008. Pero no solamente por ese motivo. En realidad, es fundamentalmente el resultado de la falta de estímulo del gobierno al estudio, al desarrollo y a la innovación tecnológica, así como la inexistencia de una política industrial. Se suma a eso el mantenimiento de políticas fiscales y monetarias restrictivas al consumo, las cuales viene sobrecargando sobremanera los costos.
En la condición de especialistas en el desarrollo de proyectos de inteligencia competitiva, afirmamos que el país podría beneficiarse de un estilo de gestión más osado por parte de la clase gobernante, en consonancia con la administración de una empresa que desea ser competitiva y crecer en el mercado.
En el mundo actual, globalizado, no hay cómo evitar la competencia internacional entre empresas y de cierta forma entre países, debido a las políticas y estrategias que éstas adoptan. China, a través de sus planes quinquenales, adopta medidas estratégicas, planificando el futuro. En China, son siete los sectores industriales-clave prioritarios a inversiones para los próximos cinco años: generación de energía de fuentes renovables, industrias relacionadas a sectores de alta tecnología, nuevas materias-primas, biotecnología, industria farmacéutica, tecnología de la información y la de carros eléctricos. Una política industrial de este nivel depende de inversiones en estudio y desarrollo. En términos de inversiones gubernamentales, cerca de US$ 1.0 billón deben ser destinados en los próximos años a proyectos de mejora de las condiciones de vida de la población y enfocados en las áreas de educación, salud, seguro social, empleo y cultura, además de proyectos de infraestructura. Este última debe llevar US$ 314 mil millones.
En Alemania, las inversiones en estudio y desarrollo representaron 2,8% el año pasado, aun así inferior a Corea del Sur, Singapur y Estados Unidos.
En Corea del Sur, en Songdo, distante 65 km de Seúl, está siendo construida la ciudad futurista más sofisticada del mundo, con elevado contenido de innovación tecnológica. Songdo es pensada y planificada 50 años adelante.
En ese escenario de competencia y de innovación tecnológica, la adopción de medidas proteccionistas de la industria nacional, como barreras aduaneras o de cambio es solución simplista, inmediatista y poco eficaz en el transcurso del tiempo, porque reduce aun más la competitividad, colocando el país en desventaja aun mayor en el escenario internacional, realimentando el ciclo de dependencia de los países más desarrollados.
Hace algún tiempo Brasil viene viviendo a costa de la exportación de commodities y de la explotación de sus recursos naturales. Pero esos recursos son finitos e inclusive las empresas que explotan esos recursos saben eso, porque muchas de ellas ya están trabajando hace algún tiempo en estudio y desarrollo de alternativas futuras de ingresos, que no dependan exclusivamente de la explotación de esos recursos naturales.
Estableciéndose un paralelo entre el gobierno y una empresa que desea ser competitiva, una empresa debe entregar productos de calidad, ofrecer respuestas rápidas, ser eficiente, poseer una estructura sin excesos y competente, empleados bien entrenados, poseer imagen y reputación incuestionables en el mercado, invertir en estudio y desarrollo, ser innovadora, actuar en consonancia con una filosofía de sustentabilidad y de respeto a la naturaleza y al medio ambiente, en fin, planificando siempre en cómo ganar participación de mercado, con buena rentabilidad, seguridad y liquidez.
En el caso del gobierno, la adopción de metas relacionadas a la mejora de indicadores económicos, sociales y de ganancias de participación de mercado podría ser extremamente benéfica, en el sentido de orientar la administración pública para un modelo más eficaz, con amplios beneficios para la población.
Así como Kennedy estableció un desafío al país de que el hombre debería ir y volver con seguridad a la Luna en 1970, Brasil debería también establecer metas osadas dentro de un determinado plazo y perseguirlas ávidamente. Y participar a la población de la adopción de esas metas, revelando el camino a seguir.
Por ejemplo, con un PIB total de US$ 2,3 billones, equivalente a la séptima colocación, atrás de Inglaterra, que ocupa la sexta colocación, con US$ 2,4 billones, de Francia, en la quinta colocación, con US$ 2,7 billones y de Alemania, en la cuarta colocación, con US$ 3,5 billones, Brasil podría proponer la meta de tornarse la quinta mayor economía del mundo hasta el 2020, con metas cuantitativas de distribución de renta y cualitativas en términos de mejora de la calidad de vida del brasileño.
Otro gran desafío nacional sería retirar Brasil de la 54ª posición entre los mayores PIB’s del mundo, con un PIB de US$ 12,986 en el primero trimestre del 2012, atrás de países como Antigua y Barbuda, Uruguay, Grecia y Chile, pasando a ocupar la trigésima quinta colocación, actualmente ocupada por Corea del Sur, con US$ 22,777 per capita.
Otra meta que supuestamente podría ser establecida es la elevación de la participación de la industria en el PIB nacional, de los actuales 14,6%, para algo como 20% a 25%, dentro de un plazo aceptable.
Otras metas podrían ser establecidas, como elevar la participación en estudio y desarrollo en Brasil, de los actuales 1,16% para algo como 2,0% del PIB, aun distante de Alemania, que invirtió 2,82% en el 2011.
Ésas y otras metas osadas podrían ser adoptadas por el país. Sin embargo, fundamentalmente, lo que interesaría en ese proceso es la definición de cómo llegar allá y el involucramiento de la población dentro de un objetivo común, cualquiera que sea, el de mejorar la posición de Brasil en indicadores económicos y sociales, con amplios beneficios para la población en general. Y ése podría ser el gran proceso de modificación del país. Todos remando juntos a un mismo lado, en pro de un mismo objetivo común.
Teniendo presente el ejemplo de la empresa, mencionado anteriormente, para ser competitiva precisa de empleados bien entrenados. Y análogamente, Brasil tendrá que invertir pesado en educación y calificación profesional, para que la mano de obra disponible en el país pueda enfrentar los nuevos desafíos venideros. Brasil tiene que ser capaz de atraer y retener los mejores cerebros del mundo, para contribuir con el estudio y desarrollo, y elevando el nivel de enseñanza.
En vez de elevar impuestos obstinadamente, el país debería cortar gastos corrientes, reducir la máquina administrativa, eliminar la gordura, disminuir la carga tributaria y aumentar la eficiencia, efectuando una reforma en el estado, de suerte para reducir el costo Brasil y propiciando que los productos brasileños se tornen más competitivos.
Una empresa que desea ser competitiva en el mercado jamás pagaría a sus empleados para quedarse en casa, sin trabajar, porque se tornaría ineficiente. De la misma forma, el país precisa transformar la mano de obra ociosa en mano de obra productiva, aunque esa mano de obra deba ser ubicada en trabajos primarios en un primer momento, tales como la limpieza y mantenimiento de espacios públicos. Esa mano de obra siendo adecuadamente entrenada, en un futuro no muy distante, podrá tornarse el gran diferencial competitivo del país.
En fin, promoviendo una reducción de costos, perfeccionando el nivel educacional, invirtiendo en estudio y desarrollo, y mejorando los servicios públicos y la infraestructura del país, asociados a un plan de metas, promoveríamos un gran avance en el país.
Por Luis Conrado Martins, 17/06/2012